Entrevistando a Mayri, la líder de infraestructura

¿Por qué haces lo que haces? ¿Por qué madera?

 

Yo estudié diseño industrial, siempre he sido muy manual. Me gusta bordar, pintar, incluso me encanta lijar… soy muy poco de estar en la computadora. 

Así que encargarme de la infraestructura es una manera de aplicar mis conocimientos, puedo: reparar, fabricar, construir, remodelar.

 

Cuando estaba estudiando la carrera leí un libro llamado “El Sistema de los Objetos”. Habla de cómo nos afectan los objetos y la relación de todos los objetos entre ellos y contigo.

 

Es magnífico, pero me hizo querer dejar de estudiar, me decepcionó muchísimo.

Me pregunté, ¿para qué fabrico objetos? Sobre todo cuando en esa carrera te enseñan a diseñar cosas que sean la moda. ¿Y para qué? ¿Para alimentar nuestro ego?

 

El mundo está plagado de diseño industrial masivo, plástico, que realmente lo único que te regresa emocionalmente es “tú eres más por tener este objeto”.

 

Nos gusta la madera porque suelen ser objetos más locales, artesanales.

 

Realmente podríamos usar cualquier material que se necesite, pero todo es muy fácil con madera, es muy práctica, es económica, es casera, es durable, orgánica, se ve bonita.

 

¿Por qué es importante tener las cosas “bonitas”? ¿Cómo nos afecta?

 

Hay que entender que el ser humano tiene relación con todo el entorno. Los muebles, los objetos, los papeles, las plumas, los colores. Todo te está hablando todo el tiempo y tienes una relación con ello. 

 

Una persona que está acostumbrada a vivir en el desorden muy probablemente va a ser una persona que tenga desorden mental, que tenga suciedad mental, que no pueda organizar sus ideas, que tenga relaciones tóxicas porque no puede deshacerse de relaciones. Como es afuera, es adentro. 

 

Y para los niños es muy claro si están siendo criados en un entorno de belleza y de armonía, o si están siendo criados en un entorno de desorden.

Yo creo que pasar esos primeros años en un entorno de orden también significa armonía dentro de ellos. 

 

¿Tenías algún parque favorito de cuando eras pequeña?

 

¡Claro! En la casa en la que crecí había un parque que tenía La Zona de Nunca Jamás. Eran unas piedras. Y si vas vas ahorita es “sólo una piedra”, pero para nosotros era un mundo, amábamos escalar los árboles, poner nuestras tienditas. Yo me acuerdo de eso siempre que estoy con mis hijas.

 

Me conecto muy fácil con los niños, me encanta esa edad de ser un niño que sólo vive en el presente y sólo quiere jugar y reír.

 

¿Tus hijas te inspiran para hacer proyectos? ¿Te ayudan con tu trabajo?

 

¡Muchísimo! 

 

Cada vez que me pongo a diseñar algo, Maga, mi hija mayor, está ahí conmigo. El diseño de “La Torre” vino por eso. Yo le pasé el cuaderno y le pregunté qué quería.

Empezó a dibujar muchos cuartitos, como escaleritas… Ahí me di cuenta de que tenía que haber desniveles, plataformas, porque a ellos lo que les gusta es tener “separación”. 

 

Cuando hacen sus casitas con cobijas delimitan espacios, hacen cuartos y luego deciden “esta es la cocina, esta es la habitación”.

 

Eso es lo que querían ellos para la torre (porque sí le pregunté a más niños).

 

¿Cuál es tu experiencia trabajando con los chicos de Bosque? 

 

No había tenido contacto con la adolescencia desde que yo era adolescente, probablemente porque no funjo de maestra ni tengo contacto con grupos que no sean de la edad de mis hijas o de la mía, entonces para mí fue como volver a conocer lo que es “estar ahí”.

 

Me conecto con ustedes de la misma manera que ustedes se conectan con los chiquitos. No tanto con la ternura, pero me conecto con la tolerancia, la comprensión desde distintos puntos de vista (porque un adolescente siempre te va a cuestionar), y como adulto siempre tienes que estar muy abierto y flexible a eso, a lo que es El Semillero, un órgano de cooperación.

 

He aprendido muchas cosas, una de ellas fue cómo trabajar con ustedes, porque al principio era “tú les dices que hacer”, y durante el proceso me di cuenta de que no es “yo les digo” es “necesitamos llegar a este punto” “¿Que puedes hacer tú?” “¿Qué hacemos hoy?” Ponernos de acuerdo en conjunto y cada quién desde el talento que tiene.

 

Obviamente aprendí a conocerlos, aprendí a delegar, a tomar responsabilidad, porque pues si bien es muy horizontal… Yo estoy ahí para ser la líder, en el sentido de llevar el ritmo. 

 

La Torre fue el proyecto con el que nos estrenamos y aprendimos a trabajar juntos.

 

¿Qué valor tiene La Torre?

 

 

¡Es el gran orgullo! Tiene mucho valor.

Siento que se materializó todo nuestro trabajo en una estructura que cumplió todo su cometido. Quedó muy padre y quedó estable.

Los niños juegan muchísimo ahí, hacen sus casas, les gusta hacer su restaurante, el doctor, la casa de la amiga… y es impresionante como le han ido colgando cuerdas para hacer columpios por todos lados. Definitivamente incita mucho la creatividad.

 

Y siento que nos beneficia a todos, no solo a Bosque.

Que los niños vean que todas las “inquietudes” se resuelvan aquí, que lo hacemos nosotros, y luego las disfrutamos y les damos el seguimiento y todo, siento que es mucho más real, refleja cómo va a ser la vida adulta mucho más, a que si le llamáramos a alguien a que lo reparara por nosotros. 

 

A mí, si me das a escoger qué tipo de gente quiero que sean mis hijas, por supuesto que quiero que sean las que resuelvan las cosas.

 

¿Hay algo que te gustaría mejorar?

 

Debo reconocer que no me gustan “los tiempos”.

 

Yo soy una persona que le gusta ir “palomeando” las cosas que ya hice y con El Semillero a veces no puedo ir al ritmo que me gustaría. Pero comprendo que somos un organismo que depende de muchas cosas.

 

Los proceso de creación, aunque tú crees que tienes dominado el ¿qué quiero? ¿cómo lo quiero hacer? Siempre son un caos. Especialmente en un equipo de trabajo, y yo puedo llegar a ser una maniática del órden.

 

Me cuestan mucho los cambios, creo que a todos nos afecta, y más si es un cambio impuesto.

 

Pero aún así trato de fluir.

He aprendido que para que algo bueno llegue, primero debe haber algo malo.

Entonces intento ver los procesos negativos como el camino para llegar a lo positivo.

 

Sin importar qué, las directrices para mí son: que se vea ordenado, bonito, y que sea funcional.

 

 

Become a Seeker!

* indicates required

El Umbral de lo Absurdo

21 de octubre, 2022 Semillero, San Mateo Acatitlán, Valle de Bravo.   Trabajo realizado para el Festival Umbral por un aprendiz. Simboliza la naturaleza cíclica de

Beleriand

En memoria de una música… A continuación, un escrito sobre una experiencia teatral.  __   En plena vista del cerro, nos encontrábamos admirando los caminos

Seekers-Blanco

Seeker’s es el núcleo de aquello que vale la pena compartir. Aquellos con naturaleza de explorador, se quedarán para ver todo lo que hay por aprender sobre el mundo.

el-semillero-valle-de-bravo

Contact us

  • semillerodevalle@gmail.com
  • 55 3927 6771

Become a Seeker!

* indicates required